9.7.14

heroína.

Soñé contigo, noctámbulo D. Lo voy a contar porque no quiero que la obscuridad de tu casa nos obligue a volvernos a ver. Tú saliendo de la ducha, yo visitándote sin razón. Sí, no iba buscándote, fui porque olvidé en su casa, tu casa, un abrigo. Uno azul inflado con tonos verdes, uno inútil en días de lluvia.

Saliste con una toalla blanca amarrada a la cintura. No sabía que había alguien en casa. Las luces apagadas me dieron la sensación de soledad. Saliste, me saludaste, y no me dejaste ir tan pronto como lo tenía planeado.

Aminoramos la obscuridad con la luz que salía de tu cuarto. No, tu departamento no es como el que soñé. Tome mi abrigo y gire, te di la espalda. Te acercaste, esa proximidad anunció cínicamente el deseo. No tú de mi, no yo de ti. Ese deseo producto de un encuentro entre dos cuerpos familiares y ajenos.

No estabas solo, otro chico de menor dimensión a la tuya salió también de tu cuarto, con tus mismos harapos. La sombra de un tercero lo acompañaba. Una toalla blanca. Dos toallas, dos cuerpos, un abrigo, una sombra. Total desconcierto. 

Me solté de ti, salí. Afuera llovía, un disparo de luz y recuerdos me hicieron abandonar el tercer piso en el que vivías. Heroína. Demencia, maldad.

Tome un taxi pero intentaste detenerme, retenerme, tenerme. Desperté.


No sé si subí al taxi, no sé si me alejé de ti...



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